La encrucijada del campo leonés ante los vaivenes de precios por la guerra de Ucrania

Maizales en Villadangos del Páramo. Foto: Javier García

C. Fernández/A. Vega

Las bombas en Ucrania amenazan con minar un sector ya cercado por la inestabilidad como el campo, ahogado puntualmente por la sequía y recurrentemente por el aumento de los costes, ahora disparados por el conflicto. Y aunque los productores de maíz y de girasol de la provincia de León podrían mirar la coyuntura con menos dramatismo por los precios récord que se están alcanzando, la sombra se cierne sobre otras parcelas como la ganadería. “Me temo que haya cierres. Y la explotación ganadera que cierra ya no reabre”, alerta el secretario de Organización de Ugal-Upa (Unión de Ganaderos y Agricultores de León), Valentín Martínez, quien ve más margen de maniobra en la agricultura por su propia flexibilidad.

La invasión rusa de Ucrania ha llegado en un contexto en el que “los mercados ya estaban muy tensionados”, pone en situación el secretario general de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) León, José Antonio Turrado, quien habla ya de “cierta escasez” de abonos. “Ucrania es, hoy por hoy, el granero de Europa en lo que a cereales se refiere y el primer productor mundial de semillas, harinas y aceites de girasol. De igual manera, el gas y el petróleo ucranianos son la base para la producción de abonos y fertilizantes para toda Europa y el conflicto armado tendrá consecuencias”, advierte el sindicato agrario para augurar “un importante incremento de precios” que afectará a un sector agrario como el español ya “aquejado de una importante crisis de rentabilidad”.

A la hora de poner las consecuencias sobre la balanza, hay que tener en cuenta algunas particularidades del campo leonés. España se ha consolidado como el segundo destino de las exportaciones de maíz de Ucrania, que es también la procedencia de hasta el 60% de las importaciones de aceite de girasol. León, por el peso de estos productos, podría al menos no salir mal parado. “Con una visión cortoplaclista, serían los que se podrían beneficiar”, señala el dirigente de Asaja, que tira de balance de 2021 para detallar las facturaciones en la provincia: 277 millones de euros por el maíz y 15 millones “en un año excepcional” para el girasol. En León, principal productora de maíz de España, se plantan 78.507 hectáreas de este cultivo, del que el país es deficitario y tiene que importar.

La cuestión es que el aumento del precio de venta un producto como el maíz, en récord según el Consejo Internacional de Cereales, del que León es “netamente excedentario”, podría contrarrestarse con el incremento de los costes de producción. “Y no sé qué será más rentables: si los 180 euros por tonelada con los costes de antes o los 280 con los costes de ahora”, compara Turrado. “Lo que van a ganar por un lado lo podrían perder por otro. Podría ser lo comido por lo servido”, abunda desde Ugal-Upa Valentín Martínez, quien alerta sobre el impacto final de la importación de otros productos como el trigo en la producción de pan en los hornos.

España ha solicitado a la Comisión Europea la activación de los mecanismos previstos en la Organización Común de los Mercados Agrarios (OCMA), para conceder apoyos a los sectores más afectados. En concreto la idea es modificar la PAC para que sea posible aumentar la disponibilidad de superficies destinadas a la producción de cereales y oleaginosas y disminuir el barbecho previsto. Según Asaja solo en la provincia de León se podrían productir otras 70.000 toneladas este año 2022 si se recorta el barbecho.

Con todo, Martínez fija su principal preocupación en la ganadería, sometida a una encrucijada por el encarecimiento de los costes de producción en medio de una sequía en explotaciones ya modernizadas. “Me temo que cierren explotaciones ganaderas. Y las que cierran ya no reabren”, sentencia tras exponer cómo se están multiplicando los costes del gas, la electricidad o los fertilizantes. “Y ahí el más afectado va a ser el sector ganadero”, incide. La agricultura, contrapone el dirigente de Ugal-Upa, es “más flexible” por la posibilidad incluso de dejar parcelas en barbecho.

Las consecuencias en la exportación de productos no serán tan importantes en el caso del mercado ruso, que “ya estaba casi cerrado desde el conflicto con Crimea”, apunta José Antonio Turrado. “Ya estábamos acostumbrados a no exportar allí por eso. Si no, sería una buena opción para los vinos o la carne”, abunda tras hacer ver la realidad de “un sector económico muy regulado”. “Y el Gobierno español no está influyendo hoy como debería hacerlo en la política agraria”, añade para echar en falta “toma de decisiones” en un contexto en el que ahora el miedo se ha unido a la escasez y la inflación para poner en jaque el horizonte.

El período de interinidad en la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural en Castilla y León es la última derivada en una escalada de incertidumbres y problemas ante los que el secretario de Organización Ugal-Upa asume que “habrá que buscarse la vida en otros mercados” con la posibilidad de relajar restricciones que condicionan las relaciones comerciales con otros destinos como Estados Unidos o Latinoamérica. Y es que hoy más que nunca es palpable cómo en un mercado globalizado la inestabilidad a miles de kilómetros tiene consecuencias inmediatas en la parcela de al lado de casa.

Buena parte del campo leonés se sumará este domingo 20 de marzo a una manifestación convocada en Madrid, en la que además de organizaciones agrarias las hay de cazadores o regantes. Las reivindicaciones son las mismas de los últimos años, pero agravadas por la situación de encarecimiento, fundamentalmente de la energía, derivada de la guerra en Ucrania.

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