Sin alas en los pies, por pura supervivencia, se nos van…

La emigración es una constante en León. // Peio García / ICAL.

Máximo Soto Calvo

Fuerzas y sentimientos, que, ensombrecidos por el abandono y menosprecio comunitario, se han de vestir de emigrantes para acompañar a las juventudes leonesas, que ni como individualidades, ni en plan colectivo, van de mensajeras, sino como imagen viva de una penosa realidad económica, social y política de una tierra empobrecida. Es nuestra realidad, devenida del conformismo que desde el encierro estatutario parece habernos invadido. Un penoso panorama con el que continuarán amenazando a los leoneses los políticos de siempre, y, por lo que apuntan, también, o incluso más, los añadidos por las recientes urnas.

Acabamos de votar y hemos vuelto a las andadas, luego, de qué nos quejamos, si una y otra vez encaramamos al escaño del poder o al del que se opone, a quienes fingen ignorar (tanto unos como otros, o “al alimón”) que los leoneses estamos apresados y maltratados en un ente autonómico que siempre rechazamos, donde se coarta nuestra libertad. ¡Repito, no somos libres! Ellos dicen que sí lo somos, que no hay cadenas físicas que nos amarren, pero citan un “mapa cerrado” y a ello “se aferran” los autonomistas para conducirnos por la senda que les interesa, haciéndonos pasar por quisquillosos acompañantes que nos quejamos de todo.

Pero otra cosa cuentan sus decisiones político económicas, las del que parte y bien reparte... o de discriminada intencionalidad, que han venido recayendo beneficiosas de un mismo lado, y si no es del regional leonés, como es más que notorio, el castellano siempre sale victorioso. Sus políticos, haciendo otra muesca en su arma ofensiva, el severo centralismo, se pavonean como matadores de lo leonés, y como vengo remarcando de siempre, aunque antes lo hiciera aisladamente, y ahora sea repetitivo, lo hacen con la venia de los nuestros, los que se dicen leoneses. Y ahí va la coletilla imprescindible, con el empuje electoral de los matados.

Ante esto, lo digo sin cortapisas, me vería obligado al silencio ante las urnas, o a votar en blanco, si no tuviera a mi favor otra vía, la leonesista, en este caso a UPL, cuya labor defensiva va desde lo cotidiano, que otros nos escamotean, en busca, con más ímpetu, de la LIBERTAD autonómica para los leoneses. Nunca caeré en el error de quienes, incluso cuando van a depositar el voto, y lo consuman, lo hacen en la urna de los verdugos; pero qué curioso, seguirán actuando de quejosos compulsivos; razones las hay, y a rabiar, pero las suyas las estrangulan, y de paso las nuestras, mediante la papeleta ideológica que les lleva a olvidarse de su tierra.

En algún momento he llegado a temer que la presión de vivir en un ente autonómico que nunca hemos considerado nuestro, sino en nuestra contra, pueda distorsionarme la realidad vivida, para enfocar con nitidez el trastoque que sin lugar a dudas sufren los ideales colectivos leoneses, ya sean de ámbito provincial, que más aprecio, o del regional pelín distante; nada me preocupa más que poder estar enrocado, perder perspectiva o enfoque. Lo trato de cuidar.

Libertad coartada a los leoneses

Ayer tuve oportunidad de encontrarme con un joven leonés preocupado caminante en la diáspora, quien pronto me recordó que habíamos coincidido al menos una vez en el Alvia, rieles adelante, camino de Cataluña. Parecíamos siameses en el compromiso con lo leonés, al menos en puntual coyuntura, por lo que pronto recordé el momento y el común abrazo de lo leonés.

Era montañés, no le gustaba ampliar el dato marcando coordenadas, decía encontrarse como uno más, entre tantos licenciados en alguna disciplina, en la ULE, quienes ante la escasez de puestos de trabajo o de desarrollo lucrativo, poniendo especial énfasis de tal ausencia en nuestra provincia, habían de salir de su tierra, la leonesa, en busca de puestos de trabajo donde mostrar sus habilidades. Y claro, poder vivir de ellas, y que a terceros favorecían

En este segundo encuentro, in itinere primero, y ante un café después y bien sentados, hablamos de libertad, la que nos está siendo coartada a los leoneses en el ente autonómico que nos exprime. De ahí lo que sigue, de aparente digresión con el contenido general, pero dimanando en esencia de unas estrofas del cancionero leonés, creo que puede resultar apetecible y emotiva su lectura.

“La encontraron una mañana, sola, confusa, parecía caminar errante. Con corto paso, como los de quien teme llegar a un no sé qué”, de intranquilizante hallazgo. Con brillo y candidez de luna en la mirada, en verdad sin asomos de melancolía, se movía sumida en los recuerdos: ¡Pensaba!

Era moza y de León. Era de Legio, el regio, el que por haber sido sede de Cortes no busca especial privilegio, tan solo recuerdo y afecto, y a ser posible, vida, labor e ingenio. ¡Casi nada lo pedido!

No había estado nunca la dama, a la vera de sotadera graciosa, sagaz y por demás engañosa, ni tuvo que ejercer de cantadera bajo sultán débito. Era firme, si acaso latente el señuelo de momentos de cordura en cuerda floja, pero ceñida a nuestra historia ¡siempre! Ahora más que nunca, cuando se ha puesto de moda Urraca, nuestra reina primera... y señora,

Se llamaba LIBERTAD. ¡O más bien en firme presente digamos, se llama! Aunque en coartarla hay empeño desde una recién creada Comunidad, que camufla autoritarismo con el guirigay de una supuesta sotadera que convenimos en llamar política. Por eso, prestos vamos a colocarla sus dos apellidos: Autonomía y Leonesa, que al unísono se han de decir. Claro, la nuestra, la del Pueblo Leonés.

Lo de encontrarla... en metáfora lo dejaremos, pues ¡nunca se ha ido!, tan sólo influjo y aprecio han vagado, no a la deriva, digamos que sí perseguidos, en singladura incierta sin romper los lazos, tratando de recobrar identidad, aunque siempre acosada desde el autonomista plan con malicioso menosprecio.

Cuenta el cantar que a la entrada de León hay una inmensa laguna donde se lavan las guapas porque feas no hay ninguna. Pues, eso. Allí ante el agua quieta, serena y limpia quiso mirar su estampa Libertad... la Leonesa, la 'guapina'.

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