La Térmica Cultural reabre para Semana Santa tras su acondicionamiento con tres nuevas exposiciones temporales

La Térmica Cultural de Ponferrada.

Agencia EFE

La Térmica Cultural de Ponferrada reabre sus puertas este viernes 22 de marzo con aspecto renovado, tres nuevas exposiciones temporales, una nueva experiencia de realidad virtual y una completa programación cultural con actividades para todos los públicos justo antes de Semana Santa. El espacio cerró en Navidad tras recibir casi 25.000 visitas durante sus primeros nueve meses de andadura como forma de sacar partido turístico al edificio que albergó la primera central térmica de la historia de Endesa.

Tras el reacondicionamiento del espacio central y las zonas expositivas, la instalación cultural en Ponferrada está ya preparada ofreciendo una interesante programación para el público visitante. La entrada continuará siendo gratuita y el horario de apertura se mantiene de viernes a domingo; los viernes de 16.00 a 22.00 horas, los sábados de 10.00 a 22.00 horas y los domingos de 10.00 a 16.00 horas.

Durante la Semana Santa, La Térmica Cultural amplía su horario con lo que podrá visitarse el miércoles 27 de 16.00 a 22.00 horas, desde jueves 28 hasta el sábado 30 (ambos incluidos) de 10.00 a 22.00 horas y el domingo 31 de 10.00 a 16.00 horas.

La sala Lignito estrena una nueva experiencia de realidad virtual con Enciende la térmica para, a partir de ahora, conocer la central de As Pontes de García Rodríguez en A Coruña. De este modo, a través de unas gafas de realidad virtual los visitantes podrán entrar, ver y operar esta icónica instalación, viviendo una experiencia inmersiva que permite adentrarse en la operación de una central térmica.

Las entradas para visitar la instalación, disfrutar con la experiencia de realidad virtual y asistir a las actuaciones de la programación cultural ya están disponibles a través de la web www.latermicacultural.es.

Además de la exposición permanente Fuego Verde en la sala Calderas, donde cobra protagonismo una rica colección de helechos arborescentes, La Térmica Cultural alberga tres nuevas exposiciones temporales de temáticas que van desde el arte pasando por la divulgación científica y los territorios de transición justa.

Así, se podrá ver en la sala Hulla la exposición En busca de la vida, una muestra que muestra la actividad de los naturalistas, exploradores y aventureros que han contribuido en la difusión del conocimiento medioambiental y en la sensibilización de la sociedad sobre las distintas facetas de la conservación.

La experiencia vital y profesional del naturalista Luis Miguel Domínguez, junto a todos los recuerdos acumulados en su dilatada experiencia profesional, servirán como guía en esta muestra. Esta exposición se realiza en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), siendo ésta la depositaria de la colección de objetos que anteriormente estuvo en La Corrala en Madrid.

El vestíbulo albergará la muestra El poblado industrial de As Veigas en As Pontes de García Rodríguez (1945-1972), un recorrido visual del fotógrafo Manolo Vila por la memoria de una comunidad industrial. A través de imágenes, la exposición acerca al visitante a los años 40 y 50, a su arquitectura, al paternalismo industrial, a los espacios de trabajo, pero también a los espacios familiares y sociales.

Y en la sala Condensadores los visitantes podrán conocer al Arroyo más personal e íntimo en la exposición Eduardo Arroyo y Robles de Laciana. Viaje de ida y vuelta. Consiste en una extensa muestra compuesta por 167 piezas, 140 pertenecientes a la colección privada de su familia y 27 más provenientes de los fondos del Instituto Leonés de Cultura.

Entre las piezas, algunas inéditas hasta la fecha, se encuentran bocetos y dibujos, ejercicios plásticos de técnica mixta, collages, pinturas, estampas editadas con las más diversas técnicas que utilizó resaltando la litografía, libros, esculturas en bronce, en piedra, cerámica o varias piezas que sirvieron para decorados escenográficos.

Se trata de un relato secuencial construido alrededor de cuatro escenas narrativas, a lo largo de las cuales cobra especial relevancia su conexión con Robles de Laciana, que articulan sintéticamente la vida y la obra de Eduardo Arroyo en un diálogo fluido y directo con el espectador.

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