El despliegue de bomberos de Diputación de León hace aguas un año después por personal escaso y un conflicto laboral

Los bomberos de la Diputación sofocando un incendio en un pueblo de la provincia de León.

Carlos J. Domínguez

No desvelaremos la fecha pero uno de los flamantes nuevos parques comarcales de bomberos de la Diputación en la provincia de León, el que cubre la zona de Astorga y comarcas, permaneció recientemente durante algún turno cerrado a cal y canto. De los tres bomberos que obligatoriamente han de cubrir cada guardia, ese día había sólo uno. Y era tan inútil su escasa presencia que acabó siendo llamado al de Valencia de Don Juan y cerrando la puerta tras de sí. Contingencias del servicio. No con muchas horas de diferencia se produjo un accidente de tráfico grave en su área de acción, en el punto negro de Brazuelo en la autovía A-6.

Es real, no una anécdota. Pudo costar vidas. Y es la punta de un grave iceberg que evidencia cómo hace aguas el ansiado servicio de extinción de incendios urbanos, salvamento y emergencias para los pueblos de la provincia, los parques comarcales que hacía prácticamente un cuarto de siglo que era obligatorio tener operativos en León y que ya arrancaron hace justo un año.

Como un castillo de naipes, desde entonces se suceden los problemas de operatividad, de organización, de falta de plantilla suficiente, de retribuciones, de renuncias casi masivas, de sobrecarga y de malestar. Un conflicto laboral que de momento no encuentra soluciones definitivas pone en peligro “no sólo la integridad de los bomberos, que también, sino la de los propios siniestrados”, admite un integrante del operativo consultado por ILEÓN.

La radiografía es bastante sencilla: dependientes de la Diputación leonesa (León y Ponferrada al margen) hay, tras años de incumplimientos, cuatro parques de bomberos: Valencia de Don Juan en el sur; Villablino en la comarca de Laciana, Montaña Occidental; Cistierna, para la Montaña Oriental; y Astorga.

Poca plantilla... y mucha 'espantada'

Salvados interminables retrasos y sobrecostes, estos cuatro parques han de cubrirse con la plantilla actual, formada por 40 bomberos que accedieron como personal funcionario por oposición, 13 cabos y dos oficiales, los 'jefes'. Lógicamente los turnos son de 24 horas, siempre han de estar operativos y listos para el servicio, y el Plan Sectorial de Castilla y León en vigor obliga a que siempre haya en cada turno tres bomberos. Eso como mínimo.

Sin embargo, en un goteo constante desde que la plantilla se formara, muchos profesionales, conseguida su plaza, han pedido cambio de destino. “Unos 10 pidieron excedencia porque es sabido que muchos se presentan a diferentes oposiciones pero luego, cuando las sacan, eligen la que más cerca les queda o más les conviene”, relata la diputada provincial de Recursos Humanos, Ana Arias, encargada por el actual equipo de Gobierno de PSOE y UPL de solventar la situación. Hay que sumar, redondea la cuenta otro bombero, descansos y vacaciones, permisos normales y para presentarse a otras pruebas, bajas... Nada que no se pudiera prever, pero que no se previno. ¿El resultado? “Tiramos de bolsa pero no era muy grande y hace tiempo que ya se agotó”, concluye Arias. No hay ni un sólo bombero ya en la recámara.

Juventud, formación, mandos...

A esto se une que “muchos de los nuevos son chavales, de media unos 30 años, es su primer trabajo, y aunque puedan estar muy motivados, esto requiere oficio, necesita estabilidad, o hay riesgo de que se olvide el objetivo de dar el mejor servicio posible” cuando hay vidas en juego, resume un profesional ya experimentado consultado por este medio, que añade que “con esto hemos ido tirando un año, 40 tíos sin apenas formación”, otro déficit que le apuntan a la institución provincial.

Por si el circo careciera de enanos, “faltan cabos” también para cubrir bien los cuatro parques. Y el flamante jefe del servicio 'fichado' hace casi dos años, nada más consolidar su puesto aquí, renunció el 31 de diciembre de 2023 para retornar a su antiguo destino. Y no es el único oficial que falta. Es decir, también la jefatura hace aguas.

A partir de aquí, sólo queda intentar cuadrar el círculo. Pero el círculo echó a rodar por el camino de la tensión interna hace demasiado tiempo y en apenas un año parece irrespirable el oxígeno ahí dentro. La diputada, responsable de una dura negociación, a la que la achacan “malas formas” y cosas menos suaves, que ella matiza y justifica en que “hablamos de gestión de dinero público, dinero de nuestros pueblos”, explica que hay en marcha algunas soluciones que deberían estabilizar la plantilla y garantizar un óptimo servicio.

¿Oposiciones o a dedo?

Por un lado, un nuevo proceso de oposición para 20 plazas nuevas de bombero. Serían 60 sobre el papel, darían los número para cubrirlo todo como es debido. ¿Problema? Que “será difícil resolverlo antes de octubre”. Demasiado tiempo.

Por otro lado, proceso para designar un nuevo oficial jefe de Bomberos y un suboficial, reponer a los mandos. Esto es motivo de nuevo encontronazo: Ana Arias, por rapidez y porque “necesitamos alguien pronto y con experiencia”, amén de que así se recoge en la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) en vigor, defiende que se haya optado por un proceso de libre designación. “A dedo” o “a la carta”, le llaman algunos desde dentro. La Corporación confía en que en mes y medio esta parte esté resuelta. Los bomberos, y algunos sindicatos que les representan, vaticinan que este proceso se frenará, en juzgados o por otra vía.

Más madera

Y por si no fueran suficientes focos de este incendio perfecto que parece hoy el flamante Servicio Provincial de Prevención y Extinción de Incendios (Sepeis), queda el de cubrir las guardias con ratios mínimos de seguridad. Y aquí hay dos combustibles, más madera: las condiciones de trabajo y el dinero.

Un profesional consultado no duda en ver “demasiados intereses” y explica: “No da la sensación de que dar un buen servicio sea lo que mueve hoy a la Diputación” porque “lo único, y yo creo que razonable, que la gente está pidiendo es, primero, equiparar nuestro sueldo al de cualquier funcionario de la misma casa”, poder descansar, conciliar, y ya sin contar que “un policía local de Astorga cobra el doble -por una guardia- que muchos de nosotros”. Y sin embargo, “nos proponen para solucionar este desaguisado cubrir guardias a mayores”, un ingreso económico mayor, sí, pero un sinfín de horas extras que “ningún otro funcionario asume”, que “desmotiva” a la plantilla y está en las antípodas de la estabilidad.

La diputada provincial sólo ve exactamente esta solución, que no niega, en tanto haya nuevos bomberos: tirar 'de chequera' hasta donde haya fondos. Se propone un pago de 1,25 euros la hora extra. Cifra que en algunos casos “hablamos de unos 600 euros más al mes de ingresos” para el bombero que las haga, eso aparte del coste laboral a mayores que asumimos. Pero un profesional la rebate, incluso tirando más por arriba: “Hay quien se podría sacra casi otro sueldo, pero ¿qué solucionamos así? Es una brutal acumulación de horas y yo creo que genera desafección por pertenecer a este cuerpo en estas condiciones”.

“Estamos deseando pagar”

Lo demás es un tira y afloja más duro que tirar de manguera ante un siniestro. Pareció haber acuerdo de ese precio de 1,25 euros la hora extra de guardia con dos sindicatos (UGT y CSIF), pero “Comisiones Obreras no” firmó, dice Ana Arias. Piden más. “Y yo estoy deseando cerrar algo, estamos deseando pagar, pero tenemos límites: primero, que no podemos estirar el gasto (presupuestario) en personal; que si los bomberos sacan mucho más, también nos pedirán más en otros servicios; y que no podemos quitar (dinero) de los pueblos, de los planes de obras, de la atención en nuestros centros sociales...”, se defiende la diputada.

Del otro lado, piden “lo justo” para que el sistema, a duras penas, funcione a pesar de tantas ausencias. Pero hay quien ve instrumentalizados a los dos sindicatos y les relacionan con la Coordinadora Unitaria de Bomberos Profesionales (CUBP), quienes, por cierto, son mayoría de dos frente a uno de otro sindicato en la mesa de negociación donde al final debe pactarse una salida de emergencia, aunque sin ningún éxito de momento. Este viernes 5 de abril hay nueva reunión. A cara de perro otra vez.

Allí, en los despachos, se juega el funcionamiento de un servicio vital, largamente esperado pero que bordea el naufragio. Y que será temporal si no hay un múltiple arreglo pronto: si no se dimensiona la plantilla de bomberos; si no se eleva el presupuesto; si no se solucionan incluso problema de coordinación con el parque de León, que sigue recibiendo un dinero 'a mayores' de la Diputación y superponiéndose en los momentos de emergencias rurales; si no aclara las tensiones de los mandos y sus funciones; y si no comienza a trabajar hoy para que cuando lleguen los parques secundarios, prometidos en el horizonte de dos años en las poblaciones de La Bañeza, La Pola de Gordón, Bembibre, Villafranca del Bierzo y Sahagún, el incendio de hoy no se convierta en el polvorín definitivo que haga saltar por los aires el sistema.

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