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El pornojuicio de Trump ya tiene guionista

Foto de archivo de Stormy Daniels (i). EFE/Peter Foley

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A Stormy Daniels se la subestima, pero es una gran conocedora de la industria hegemónica de nuestros días: la pornografía. Los titulares de prensa la definen como actriz porno (o sea como “bah, poco más que una puta”). Es rubia y guapa: las imágenes de archivo refuerzan esa etiqueta desdeñosa.

Stormy Daniels se ha convertido en mucho más, pero sólo era una actriz porno cuando conoció a Donald Trump en 2006. Él tenía ya 60 años, era un célebre empresario, en la cumbre de su popularidad televisiva con su programa El aprendiz. Ella apenas contaba 23 años. Coincidieron en un torneo de golf junto al idílico lago Tahoe, entre el estado de Nevada y el de California, y él la invitó a su habitación de hotel a través de un guardaespaldas. Allí tuvo lugar un encuentro sexual entre ambos. El asunto amenazaba con hacerse público en plena campaña presidencial de 2016, diez años después, y para evitarlo Trump pagó a Daniels ciento treinta mil dólares a través de su abogado. En un tribunal de Manhattan se está juzgando estos días de dónde salió ese dinero y en qué forma se justificó el pago, injustificable tanto para una empresa como para una campaña. La sentencia puede resultar decisiva en las elecciones presidenciales de noviembre.

La pornografía es cruda, auténtica y rápida. Produce excitación, como Trump, el pornógrafo por excelencia. Él se jacta de decir la verdad y enseñarlo todo, es decir, hablar de aquello que nadie se atreve a abordar. Ha llamado violadores a los migrantes. En la película que tiene en su cabeza, representa el papel de auténtico. Se trata de representación, claro, pero lo que interesa aquí es que su aspiración coincide con la de la pornografía. Su estilo también: sabe que debe excitar a sus fans. Ha presumido de soluciones rápidas: el discurso del muro fue como uno de esos polvos que te llevan al clímax en un pispas. Luego la realidad vuelve a achatarte, pero ya has votado. Los republicanos le han dado el liderazgo del partido: nada les pone más cachondos que su crudeza dialéctica. Lo más dañino de Trump no han sido sus políticas, sino sus formas pornográficas: ¿recuerdan aquello de “podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos?”. Fue pionero en llevar la obscenidad al lenguaje florentino de la política.

En la industria de la pornografía -no la política, sino la cinematográfica-, Stormy Daniels no sólo es una actriz, sino también directora y guionista (sí, hay guiones). En su primera comparecencia en el juicio describió el encuentro sexual de forma descarnada y minuciosa. El juez le llegó a pedir que les ahorrara los detalles sobre las posturas sexuales. “Hay cosas que no es necesario decir”, explicó el juez, demostrando que no domina el lenguaje porno. Para entonces Daniels ya había contado que Trump la recibió en la habitación del hotel ataviado con un pijama de seda y le preguntó sobre enfermedades de transmisión sexual y preservativos. Daniels le dio azotes en el culo con una revista enrollada. En cierto punto el jurado no pudo evitar la carcajada. Esas risas del pueblo revelan hasta qué punto la imagen de Trump sale dañada de este juicio. Porque imaginarse al macho en jefe pegando tiros en la quinta avenida pone cachondos a sus seguidores, pero verle recibiendo cachetes en el culo como un cachorro que ha orinado en la alfombra es el tipo de imagen que hasta el más auténtico querría ocultar. La prueba de que Trump no salió bien parado es que declaró al salir del tribunal que había sido un gran día. En realidad Daniels ha demostrado saber más que él de pornografía. 

Distintos analistas han asegurado que este es un juicio “de papeles”. La clave parece estar en que la acusación pueda demostrar si se falsearon documentos comerciales para camuflar el pago del soborno a Stormy Daniels a cambio de su silencio, e incluso si se imputó a la campaña presidencial: sobornar a “poco más que una puta” para llegar a ser presidente. La credibilidad del abogado de Trump, Michael Cohen, ya está tocada: ha sido condenado por mentir. Apuntes contables, cheques y libros de contabilidad sobrevolaban el juicio. Esta semana las palabras de Daniels le han dado un giro al guion. Ahora conocemos mejor cómo trata Trump a las personas.

La actriz, directora y guionista de cine porno contó algo más. En aquel encuentro sexual en el Lago Tahoe, Donald Trump le dijo que le recordaba a su hija Ivanka. Hubiera sido motivo suficiente para no proseguir con el sexo, pero no en el caso de Trump. Aclaró a qué se refería: “Ella es inteligente, rubia y guapa, y la gente también la subestima”. Estos días, Stormy Daniels ha puesto muy nervioso a un ex presidente de Estados Unidos que quiere ser el próximo presidente de Estados Unidos. Parece que Trump también la subestimó.

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